Cuando la vida dura más que el amor

SOBRE LAS DIRECTORAS

Claudia Abend y Adriana Loeff son documentalistas y viven en Montevideo, Uruguay. El debut de Abend fue en 2001 con El comienzo del fin, un -documental sensible y personal que cuenta la historia de un plebiscito que marcó el fin de la dictadura en Uruguay. La obra fue premiada en varios festivales.

En 2008 Abend y Loeff estrenaron su primer largometraje en co-dirección, Hit, un documental que recorre las historias detrás de algunas de las canciones más conocidas de su país. Con sensibilidad y humor, la película reflexiona acerca de la memoria, el olvido y la fama.

Fue el filme nacional más visto en el año de su estreno y permaneció tres meses en cartel. También participó en la selección oficial del BAFICI en Buenos Aires, y recibió varios premios, entre ellos un Graffiti, y un galardón de la Asociación de Críticos de Cine de Uruguay por mejor montaje y música original.

Su segundo largo en colaboración, La flor de la vida, se estrenó en noviembre de 2017 en Amsterdam, como parte de la selección oficial del festival IDFA. Recibió el premio del público como mejor documental en el Festival de Málaga y un premio especial del jurado en el festival È Tudo Verdade/It's All True de Brasil, y participó, entre otros, en Docs Barcelona, Ambulante y True/False Film Fest.

La película contó con apoyos de The Filmmaker Fund, Sundance Institute, FONA, Montevideo Socio Audiovisual y Montevideo Filma, y se presentó en los pitchings de DocMontevideo, Docs DF y Doc Buenos Aires. También participó en un laboratorio de montaje del Instituto Sundance, y un programa para proyectos en producción durante el festival de Sundance en enero de 2017.

Actualmente, Abend y Loeff se encuentran desarrollando una serie documental y un nuevo proyecto de largo.

La flor de la vida comienza con un aviso en el diario: “Si tiene más de 80 años y quiere compartir su historia, llámenos”.
Como todo director cuando se embarca en una nueva película, estábamos buscando respuestas a algunas interrogantes que teníamos como personas: ¿Qué nos pasa por dentro cuando envejecemos? ¿Cómo aceptamos el declive propio la edad, cuando lo vemos en nuestros padres o en nosotros mismos? ¿Qué efecto tiene el paso del tiempo en nuestros sentimientos y afectos?

Sorprendentemente, o tal vez no tanto, decenas de adultos mayores respondieron a nuestro críptico aviso. Entonces durante varios días, en una sala de teatro vacía, nos dedicamos a preguntar y a escuchar.

En medio de todas esas voces, una llamó nuestra atención: la de Aldo. Este hombre con personalidad carismática y acento italiano se autoproclamaba el protagonista perfecto de una película que todavía no existía. Pero no fue su actitud un poco arrogante lo que nos sedujo: detrás de su apariencia narcisista descubrimos otras capas más profundas que nos hablaban de conflictos, de soledad y de amor, de dolor y de deseo. Y cuando conocimos a su esposa Gabriella, sentimos que la historia en ese teatro desolado comenzaba a escribirse.

Conocer a esta pareja, acercarnos a las dificultades que pasaron durante los años, sus crisis y reconciliaciones, fue como abrir una puerta a nuestros propios miedos y fantasías. Muchas veces nos preguntamos si esta historia mínima podría generar interés, si una película sobre los desafíos que presentan el amor y el paso del tiempo tendría el poder de conmovernos a todos.

Nuestra historia habla sobre la vida, sobre los sueños y preocupaciones más esenciales que todos compartimos. Nadie puede escapar del paso del tiempo, el dolor de la soledad, el cansancio de la rutina. La mayoría de nosotros tenemos que luchar para superar las crisis de una relación, las dudas y los errores que alguna vez cometimos. La mayoría de nosotros tenemos padres, amigos o conocidos que se enfrentan a las dificultades de envejecer. Al ver la vida de Aldo y Gabriella en la pantalla, la película nos invita a repensar nuestra propia existencia, reflexionar sobre nuestras decisiones y cuestionarnos nuestras propias creencias sobre el amor, el matrimonio y el paso del tiempo.

En cierta forma, La flor de la vida nos enfrenta a nuestros propios prejuicios, porque muestra a personas que luchan por encontrar la felicidad y por ser dignas hasta el último día de sus vidas.